Crisis climática y desafío energético

Aerogeneradores
El problema climático sigue agravándose año tras año, con temperaturas en constante aumento y fenómenos meteorológicos extremos que tienen graves repercusiones económicas y sobre la salud pública.

El problema climático sigue agravándose año tras año, con temperaturas en constante aumento y fenómenos meteorológicos extremos que tienen graves repercusiones económicas y sobre la salud pública. A pesar de la creciente conciencia sobre la gravedad de la situación, seguimos estancados en un modelo energético que depende excesivamente de los combustibles fósiles. Este modelo obsoleto no solo retrasa los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también perpetúa una crisis ambiental que amenaza con convertirse en irreversible. En este contexto, resulta fundamental replantear de manera urgente nuestro sistema energético, tanto a nivel global como en países como España, donde los combustibles fósiles siguen teniendo un peso significativo.

En el caso español, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece objetivos claros, como la electrificación del 35% de la economía para 2030 y una reducción del 32% en las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, estos objetivos ambiciosos solo se cumplirán si aceleramos de forma decidida la transición hacia las energías renovables. La electrificación del transporte y los usos térmicos es esencial, al igual que la modernización de las redes eléctricas, que deben adaptarse para integrar grandes volúmenes de energías renovables y gestionar la creciente demanda eléctrica. El informe Draghi, presentado la semana pasada, enfatiza la importancia de no subestimar la capacidad de las redes eléctricas y resalta la necesidad de una mayor interconexión de Europa, para que España deje de ser una "isla energética" aislada del resto del continente.

Además de la infraestructura, la transición energética enfrenta desafíos sociales que no deben ser ignorados. El despliegue de renovables debe ir acompañado de un diálogo social que garantice la aceptación pública de los proyectos energéticos. Esto incluye una planificación justa y equitativa que considere a las comunidades locales y distribuya los beneficios de manera más equitativa. Para que el cambio sea efectivo, necesitamos avanzar hacia un sistema energético descentralizado y digitalizado, que no solo sea más eficiente, sino también más inclusivo y resiliente. Solo con una acción conjunta, que involucre a todos los sectores de la sociedad, podremos abordar de manera eficaz la crisis climática y construir un futuro más sostenible y seguro para todos.